Lo que más me gusta de recibir gente es poder compartir este lugar tan especial. Haría tiene una energía única, tranquila y auténtica, y me encanta ver cómo los huéspedes la descubren y se enamoran del entorno. Disfruto ayudándolos a conectar con la naturaleza, con la cultura local y con ese ritmo pausado que a veces olvidamos en la vida diaria. Cada persona trae su historia, y me resulta muy enriquecedor poder ofrecerles un espacio donde puedan descansar, inspirarse y sentirse como en casa. Me llena de satisfacción saber que, aunque sea por unos días, contribuyo a que vivan una experiencia bonita y memorable.

Lo que hace que nuestro alojamiento sea único es la combinación entre comodidad, privacidad y el encanto auténtico de Haría. Cada una de nuestras seis habitaciones independientes cuenta con su propio baño, televisión y nevera, lo que permite a nuestros huéspedes disfrutar de una estancia cómoda e íntima, como si estuvieran en su propio hogar. Además, ofrecemos parking privado, algo muy valorado en el centro del pueblo. Nuestros espacios comunes están pensados para el descanso y el disfrute: una amplia terraza con vistas espectaculares al Valle de las Mil Palmeras invita a leer, tomar una copa de vino al atardecer o simplemente relajarse. También contamos con un jardín cuidado con esmero y zonas compartidas donde adultos y niños pueden sentirse a gusto. Pero lo que realmente marca la diferencia es el ambiente cálido y tranquilo que se respira. Nos encontramos en un rincón privilegiado del norte de Lanzarote, rodeados de naturaleza, cultura y tradición. Nos esforzamos en recibir a cada cliente con cercanía y atención personalizada, compartiendo recomendaciones locales, ayudándoles a descubrir los rincones secretos del pueblo, y estando siempre disponibles para lo que necesiten. Queremos que cada huésped no solo descanse, sino que se lleve un recuerdo auténtico y humano de su paso por Haría.

Lo que más gusta de Haría es su paz, su autenticidad y su belleza natural. Es un pueblo rodeado de palmeras, montañas y senderos, donde el tiempo parece ir más despacio. A la gente le encanta pasear por sus calles tranquilas, descubrir su mercadillo artesanal, visitar la casa-museo de César Manrique o simplemente sentarse en una plaza a tomar un café mientras escuchan el silencio del norte de Lanzarote. Además, Haría tiene ese carácter acogedor de los pueblos pequeños: la gente te saluda, se respira comunidad y hay una conexión muy especial con la naturaleza. Es el lugar perfecto para desconectar, inspirarse y sentir la esencia más pura de la isla.