El alojamiento se encuentra en una tranquila calle cerrada de uso exclusivamente residencial, con acceso desde la Plaza de San Cecilio (C. Plegadero Alto). La calle es empedrada y tiene un encanto muy típico del Albaicín. Sigue la calle hasta el final. Al llegar a unos escalones que cruzan la vía, encontrarás algunas plazas de aparcamiento disponibles. Ten en cuenta que, aunque es posible aparcar allí, en ciertos horarios puede resultar difícil encontrar sitio, especialmente por la tarde o los fines de semana. Como alternativa, puedes utilizar el parking público de la Plaza de los Campos, que está muy cerca y ofrece plazas seguras y de fácil acceso. Desde allí, puedes continuar caminando hacia la Placeta de la Puerta del Sol; la casa se encuentra justo a mano derecha al llegar. Si no encuentras plaza, hay varios parkings de pago cercanos donde puedes dejar el coche de forma segura. Desde esa zona, puedes continuar caminando hacia la Placeta de la Puerta del Sol: la casa se encuentra justo a mano derecha al llegar.

El Realejo está situado en el casco antiguo de la ciudad, a los pies de la Alhambra por su cara suroriental. A nivel arqueológico es difícil aproximarse a su realidad urbanística hasta antes del siglo XII. Para época altomedieval, las fuentes hablan de un Arrabal judío de la ciudad musulmana, conocido como Garnata al-Yahud, "Granada de los judíos"​ en la orilla izquierda del Darro.​ Las grandes transformaciones urbanas empiezan a partir del citado siglo XII, cuando se crea el arrabal de los alfareros rabd al-Fajja̅ ri̅ n, junto con el de al-Naŷd, y el consecuente acondicionamiento del urbanismo de estos con base en la disponibilidad de agua (con una nutrida red de acequias creadas a partir de la Acequia Gorda y de la Acequia de las Tinajas), la creación de almunias, de un área cementerial y una serie de complejos alfareros.​ Cuando los cristianos tomaron la ciudad, lo renombraron como Realejo, al instalar en ese lugar un campamento militar, y, más concretamente, lugar donde está la tienda del rey o del general. Tiene dos partes bien diferenciadas: de un lado, la zona llana que conserva muy poco de su antiguo trazado urbano, evolucionado incluso desde antes de la cristianización; de otro, la alta, en la ladera de la colina del Mauror, la que baja desde Torres Bermejas y que en 1410 dio cobijo a los habitantes de Antequera y recibió por ello el nombre de Antequeruela, que sigue siendo en la actualidad un laberinto de callejuelas estrechas tan empinadas que muchas de ellas son escalonadas y con multitud de casas unifamiliares y cármenes granadinos.